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Tu alumno, es tu maestro.

  • Foto del escritor: Rubén Peralta
    Rubén Peralta
  • 29 abr 2018
  • 4 Min. de lectura



Historia que no es ajena

- No va poder usted llegar en su carro.

- ¿No?

- No, estaciónelo en la entrada y camine hasta el final, es justamente la última casa.

- ¡Muchas gracias!


No sabía donde vivía Pablo, pero después de tanto preguntar a los pobladores, esta fue la última información.


Estacione mi carro, tal como me lo indicaron, tome la bolsa de plástico en donde le había guardado una sorpresa y tome el rumbo que el mismo camino me señalaba.


No tengo ni idea cuanto había yo caminado, lo que si recuerdo con nitidez son los sentimientos y pensamientos que experimenté; sentí y pensé tanto que, es eso lo que tomé como referencia para notar que el camino era muy extenso.




Adentrado en la vereda; la perspectiva, la mirada y las impresiones que tenia yo de Pablo cambiaron de tajo. Pude notar con cercanía las condiciones en que vivían sus vecinos. No era necesario entrar a las viviendas para conocer las carencias y necesidades de las personas que con asombro y amabilidad me saludaban al paso. Sin rayar en la exageración, anteriormente yo me imaginaba las condiciones infrahumanas en las que podían vivir las personas en situación de extrema pobreza, pero lo que mis ojos miraban, era inadmisible y me negaba a creerlo. Yo sabia, sin dudarlo que este entorno era el entorno de influencia en el carácter de Pablo.


Después de secarme el sudor de la frente por enésima ocasión, advertí que el camino llegaba por fin a su fin. A la izquierda observé a Pablo que con un hacha en la mano, como cual leñador de bosques experimentado, levantaba con agilidad y dejaba caer con fortaleza la herramienta para obtener con aparente facilidad la leña que su madre con desdén enfurecido esperaba para utilizarla en la preparación de los alimentos.


El par de zapatos que le llevaba a Pablo con los cuales quería sorprenderle y regalarle una alegría, habían pasado a un segundo plano porque el sorprendido era yo; hasta ese momento mi alumno ya me había regalado tantas enseñanzas que ni juntando todos los libros que le exigía que llevara diario a la escuela lo superaban.




Después de saludarles y disculparme por mi visita tal vez inoportuna, ambos reflejaron en sus rostros amabilidad. Me invitaron a pasar a su casa y me atendieron con gran generosidad. Me ofrecieron hasta lo que no tenían, porque bien recuerdo que el hermano menor de Pablo voló a casa del vecino más cercano para pedir un vaso en donde me sirvieron un pozol bien frío que hoy aún saboreo.


La cita

Allí donde se cruzan tus dones y las necesidades

del mundo está la vocación.

Aristóteles




Esto queda de tarea

Si eres maestro y no tienes vocación, es imposible que puedas ver la persona que hay detrás de tus alumnos, y si no miras a la persona, mucho menos podrás mirar sus necesidades.


El proceso de enseñanza y aprendizaje se nos enseño en una sola dirección, y aún seguimos creyendo que es aquel que se inicia cuando el maestro transmite un conocimiento que posee y que el alumno debe aprender.


Cuando el proceso de enseñanza y aprendizaje se desarrolla de persona a persona y no, entre maestro y alumnos; aprendemos que no existe una sola dirección.


Cuando el maestro aprende de sus alumnos, aprende a ser maestro y esto queda enmarcado de la siguiente manera.




Aprende hacer que sus alumnos participen en la clase

No tiene temor de perder el poder y la autoridad al ofrecerle un rol a cada alumno, esto es; delegarle a cada uno de ellos su confianza acentuando sus capacidades, aptitudes y talentos.


Logra que los alumnos sientan que sus opiniones tienen valor, demostrando los resultados positivos que se obtienen cuando se aceptan las ideas de ellos.


El alumno siente valía y asiste a clases con entusiasmo porque en su salón experimenta roles protagónicos.




Es empático

Si bien sabemos en palabras coloquiales que la empatía es la capacidad que tenemos para comprender las necesidades de otra persona una vez que nos ponemos en su lugar. En este caso el maestro además piensa como ellos y aprende de ellos.


Cuando esto se logra, propiciamos que la clase se adapte mucho más a sus necesidades. Lo que los alumnos experimentan en clases es algo así como cuando estamos sedientos y alguien nos invita un vaso de agua fresca, invariablemente sentimos y expresamos un profundo agradecimiento.




Por si fuera poco

Sabe escucharles. Los alumnos como personas tienen su propia historia, escucharlos es la oportunidad que el maestro tiene no sólo para conocerlo; si no más bien para aprender de ellos y descubrir las posibilidades conjuntas de desarrollo.


Sabe sonreirles. El sentido del humor crea un clima armónico libre de tensiones. En muchos de los casos, los alumnos viven en entornos familiares dolorosos, estresantes y disfuncionales. La sonrisa como tal además de contagiosa, propicia sensación de bienestar, mejora el sistema inmunológico, funcionan como analgésico natural y te predispone a pasártela bien.


Los conoce. Regala a sus alumnos parte de su tiempo para compartirles experiencias, construyendo el marco de confianza y vinculo afectivo que les permita después a sus alumnos acercarse a él para confiarle situaciones personales o bien para pedirle algún consejo o compartir algún logro.


Sabe motivarles. Lejos de usar el clásico "te quedas sin recreo" o "ahora me harás una plana donde tendrás que escribir cuatro mil veces, no tengo que olvidar mi cuaderno". El maestro ante cualquier eventualidad que cambie el ánimo o el comportamiento del alumno, en base a lo que de ellos conoce; siempre tendrá los argumentos necesarios para devolverles el interés y la sonrisa, bastando en muchos casos un genuino y confortable abrazo.


Es modelo. Un autentico modelo es aquella persona que con sentimientos, pensamientos, palabras y acciones forja un estilo de vida que sirve de referencia para quienes están en proceso de formación personal y profesional. Una mala persona no puede ser un maestro y un maestro es una buena persona.


Es inolvidable. Un maestro con vocación permanece en la memoria de sus alumnos y bien guardaditos es un espacio muy especial de su corazones.




Si lo anterior no fue suficiente

Si lo antes expuesto no es considerado suficiente, sólo entonces recuerda la última vez que pensaste o que te sugirieron que fueras más severo con los alumnos con problemas de conducta e insensible con los que tienen dificultades para aprender.











 
 
 

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